SOLEDAD, LA NIÑA MÁRTIR DE PONFERRADA

Letra de Gumersindo Osteinza, de Burgos


PRIMERA PARTE

En León y su provincia,
que nunca se olvidará,
lo que ocurrió en Ponferrada
con la niña Soledad.

Sólo once añitos tenía,
aunque nueve aparentaba.
Era una niña muy buena
y de todos estimada.

Sus padres eran muy pobres
y en Castro Ponce habitaban,
y un día a esta pobre niña
llevaban a Ponferrada.

Su pobre padre era ciego,
y aunque varios hijos tenía,
que su hija Soledad,
que era la preferida.

Cuando llegó a Ponferrada,
que recogida quedó
en casa de una parienta,
mujer de buen corazón.

Mucho a la niña quería,
y al colegio la mandaba
para que fuera aprendiendo
y fuera mujer de su casa.

Tenía muchas amiguitas,
y bien con ellas se llevaba,
e hizo la Comunión
cuando siete años contaba.

Fueron pasando los años
y cuando once cumplió,
un jovenzuelo del pueblo
en la niña se fijó.

José Luís Monteagudo,
que diecisiete años contaba,
y que de oficio, albañil,
a Soledad espiaba.

Un día que la señora
de la casa se fue a misa,
aprovechó la ocasión,
y así le dijo a la niña:

"Hará cosa de unos días,
aquí me dejé olvidada
una brocha de albañil.
Búscala, que me hace falta".

Y la niña contestó:
"Ahora mi tía no está en casa;
si a ti te parece igual,
ven a buscarla mañana".

José Luís insistió
en hallar lo que buscaba,
y en compañía de la niña
a la bodega bajaba.

Una vez que estuvo abajo,
a la niña la miraba,
y le dijo: "Como grites
te clavaré esta navaja".

Monstruosidades sin fin,
que hizo este canalla
con la pobrecita niña,
que estaba muy asustada.

Satisfecho su capricho,
una soga se encontró,
que dentro de la bodega,
y a la niña estranguló.

Después cogió una navaja
y en el cuello le pinchó;
luego abandonó la casa
y al trabajo se marchó.

SEGUNDA PARTE

Cuando llegó la señora,
que se había marchado a misa,
y no ver Soledad,
les preguntó a las vecinas.

Nadie sabía donde estaba,
y a la bodega bajó,
y encontró a la niña muerta
que tirada en un rincón.

Aquella buena señora,
que se quedó horrorizada,
y que dando fuertes gritos
a la justicia llamaba.

Un honrado comerciante
le dijo a la Policía
que un tal José Luís
entró en casa con la niña.

Ésta pronto fue a la obra,
donde José trabajaba,
y éste les dijo: "No sé
de lo que ustedes me hablan".

A la cárcel lo llevaron,
pues le hicieron confesar,
y cuando iba por la calle,
que lo querían matar.

Pues Ponferrada gritaba:
"Déjennos al criminal,
nosotros nos encargamos
de vengar a Soledad".

Unas siete mil personas,
autoridades y el clero,
así como la familia,
acudieron al entierro.

Y hoy, Soledad Cendrano,
en el cielo ya se encuentra,
mientras que su asesino
está cumpliendo condena.

FIN

*   *   *

No diu el nom de la impremta. Editat amb "¡MADRE MÍA! O GORRIÓN SIN NIDO".

(Document de Miguel Angel Cerdá)

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